ALGUNAS DIRECTRICES GENERALES PARA ELABORAR UN BUEN PLAN DE NEGOCIO

Todo emprendedor tiene que enfrentarse, tarde o temprano, a la redacción de su plan de negocio, unas veces por iniciativa propia y otras, las más, por imposición de sus interlocutores: inversores, aceleradoras, financiadores, socios, …

Como consecuencia, es conveniente detenerse un momento para establecer una serie de principios muy generales sobre lo que se debe hacer y no se debe hacer a la hora de elaborar un buen plan de negocio. Algunos de estos principios provienen de mi propia experiencia y reacciones a un buen número de planes de negocio, mientras que otros forman parte de los usos y costumbres admitidos y de las mejores prácticas acreditadas en este terreno.

Estos principios son los siguientes:

  • Mantener el plan de negocio lo más corto y sintético posible, sin comprometer la calidad de la descripción del negocio y de su potencial. Centrar la atención y el esfuerzo sobre los aspectos clave que interesan a los inversores y dejar los detalles secundarios para las entrevistas personales o incluirlos en anexos aparte. Conviene tener en cuenta que los interlocutores del emprendedor no tienen porqué ser lectores pacientes.
  • No incluir personajes ocultos como integrantes del equipo directivo del estilo del “Sr X que actualmente es el director financiero de una importante empresa y que se unirá a la nueva empresa más tarde”. Los inversores querrán saber desde el principio quién es quién, sobre todo si juega un papel clave en el equipo directivo, y cuál es su grado de compromiso personal con el éxito de la nueva aventura empresarial. Ocultar el nombre no es una buena manera de demostrar un compromiso total.
  • No describir los aspectos técnicos del negocio, productos o procesos, de forma complicada o utilizando una “jerga” de iniciados. Un inversor o un prestamista prefieren no comprometer su dinero en algo que no entienden o, peor todavía, que piensan que el emprendedor mismo no comprende al no ser capaz de explicarlo de forma llana y sencilla accesible al común de los mortales.
  • No hacer afirmaciones ambiguas o vagas que puedan transmitir la impresión de que el emprendedor no tiene las ideas claras o es difuso en sus planteamientos. Por ejemplo, antes que decir simplemente que los mercados en los que se estará presente crecerán rápidamente es preferible presentar la evolución de dichos mercados en el pasado, su situación actual y la proyección esperada sustentada en unas hipótesis claras y consistentes que permitan argumentar las tasas de crecimiento empleadas en el plan de negocio.
  • Desvelar y discutir todos los problemas actuales y futuros del negocio que hayan sido identificados. De no hacerlo así, los interlocutores pueden detectar dichos problemas y sacar la conclusión de que el emprendedor no ha hecho un análisis en profundidad de su propio negocio o que ha preferido obviar (ocultar) estos problemas, lo que puede hacerle perder credibilidad frente a dichos interlocutores.
  • Implicar a todo el equipo directivo/emprendedor de la futura empresa en la elaboración del plan de negocio, y acudir a expertos en materia legal, financiera, fiscal, … para contrastar y completar estos aspectos del plan de negocio.
  • Dejar muy claro en el plan de negocio, y ser capaz de responder de forma clara y concisa, la cuantía de los fondos que se solicitan y cuáles van a ser los usos de dichos fondos. Asombra la cantidad de veces que el emprendedor se queda balbuceando cuando se le hace la pregunta directa de “cuánto necesitas y para qué”.

Seguro que hay otras recomendaciones interesantes a la hora de ponerse a redactar el plan, pero éstas son de obligado cumplimiento.

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